El camino de La Bestia de la Luna Azul
- Alejandro Juárez
- 14 oct 2020
- 2 Min. de lectura
La Bestia de la Luna Azul nació por un proceso de acumulación. De letras, de páginas, de experiencias. Aunque comencé a inventar y escribir cuentos desde los nueve años, raras veces los mostraba a otras personas, en parte temiendo que los mismos no fueran a gustar.
Publiqué mi primera historia en el extinto periódico Siglo 21 (antecesor de Milenio Guadalajara), en 1994. Era un cuento de miedo para niños llamado “El monstruo en el cajón”. Recibí algunos comentarios positivos y eso me dio confianza para comenzar a participar en lecturas, enviar textos a algunos concursos e incluso grabar dos historias en formato de radiocuento, gracias a la generosidad de David “el Negro” Guerrero, a quien le pareció tenían potencial.

Fui finalista en varios certámenes y ganador en otros. La noticia de obtener el Premio de Ciencia Ficción Julio Verne (2007) con “La bestia de la luna azul” (el cuento) me alcanzó estando en India por motivos de trabajo. Gracias a eso pude adquirir recuerdos que todavía me acompañan en el viaje.
Unos años después, viendo el camino de letras acumulado, me decidí a integrar un libro. Para ello seleccioné historias ya publicadas o ganadoras de certámenes, complementadas con dos, creadas ex profeso para el volumen: “El fantasma de Santa Margarita”, ambientado por los rumbos que frecuenté por años, con la vieja belleza de un pueblo en camino a ser absorbido por el monstruo urbano, y “Guardia nocturna” , un juego de espejos basado en la leyenda del vampiro del panteón de Belén, lugar de descanso de las clases pudientes de la Guadalajara del siglo XIX.
El impulso final vino de la mano de dos personas. La primera, Jana Padilla, amiga de cien aventuras (tan creativa como bella) a quien le compartí mi inquietud escritural en una tarde fría, caminando bajo el cielo jaloneado de nubes de Chapultepec. Ella me encaminó con Jorge Orendáin, poeta excelso, editor de La Zonámbula y padrino de la mitad y un poco más de los escritores de esta ciudad.
Agradezco a ambos su presencia, fuerza y buenas palabras, sin las cuales ese hijo de tinta no hubiera llegado al espacio físico. Igualmente a Santiago Baeza, Gabriela Torres y Ricardo Sigala, que arroparon de diversos modos el libro.
El recorrido ha sido placentero y emocionante. Este 15 de octubre liberaré a La bestia en descarga libre, para que camine en otros espacios y, con suerte, encuentre nuevos lectores. ¡Buen viaje!
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